domingo, 29 de marzo de 2015

EL AÑO MÁS VIOLENTO


SERENIDAD
Hay algo que falla en esta, por otra parte, espléndida película. Quizá es ese algo indefinible que separa las buenas películas de las obras maestras. En cualquier caso, da la impresión de que J.C. Chandor podía haber sido algo más explícito en algunos extremos del guión, en el que algunas motivaciones quedan sin aclarar o, al menos, nos dejan envueltos en una cierta confusión. Aun así, la creación de una atmósfera densa, opresiva, en la que casi se puede oler la podredumbre, en la que existe permanentemente una sensación de violencia soterrada, que apenas necesita ser mostrada, en la que los personajes cobran vida simplemente por su perfecta definición y a los que los actores otorgan una necesaria presencia física (en particular Jessica Chastain, que no es santo de mi devoción, y, el para mí desconocido, Oscar Isaacs), revelan una dirección lúcida, plena de serenidad, en la que solo se echa en falta un cierto "climax" como vía de escape ante tanta tensión acumulada.

DIPLOMACIA


PALABRAS
Con mucho retraso y en DVD, he visto esta película de Volker Schlondorf que, verdaderamente, no pierde calidad al ser vista en televisión. Retrata el largo dialogo entre el general Von Choltitz (Nils Arestrup) y el cónsul de Suecia Nordling (André Dussollier) en el que este último trata de convencer al militar para que, incumpliendo las ordenes de Hitler, no destruya París la víspera de la entrada de los aliados en la ciudad en el verano de 1944. Salvo alguna escapada ocasional, la película se desarrolla toda ella en la suite que Von Choltitz ocupaba en el Hotel Meurice, cuartel general de las tropas alemanas de ocupación.
La película, que funcionó aquí extremadamente bien en taquilla, me ha causado una profunda decepción. No solo porque apenas esconde su origen teatral, sino por su fracaso en el tratamiento cinematográfico que precisaría de un guión en el que las intenciones de los personajes quedaran más claramente retratadas y se les desposeyera de esa ambigüedad con que Schlöndorf les ha tratado y que, en momentos, roza la frivolidad. Al final, conociendo el resultado, se tiene la sensación de que todo lo anterior sobra, de que todo estaba fijado de antemano.
Hace ya unos cuantos años, Josep Maria Flotats y Carmelo Gomez, interpretaron una obra, "La Cena", en la que Talleyrand y Fouché, decidían mano a mano el destino de Francia la víspera de la entrada de Wellington en París tras su victoria en Waterloo. Había mucho más cine en aquella obra teatral que en esta "Diplomacia". En escenarios casi idénticos, comparando interpretaciones, el espectador salía de la función iluminado, había asumido dos puntos de vista contrarios, había participado en el combate mental de los protagonistas y en su manera de enfrentarse a su destino. Justamente todo lo que en esta película no existe. 

domingo, 15 de marzo de 2015

CALVARY


EL PERDÓN

En un rincón desolado de Irlanda, cuyo paisaje parece dejar su huella en el carácter de sus habitantes, se desarrolla esta película que tiene algo de thriller y gotas de comedia negra, pero que, por encima de todo, expone con toda crudeza el valor de la bondad y la maldad de los hombres. Sobre este fondo se desarrolla la historia de un sacerdote católico amenazado inexorablemente de muerte por uno de sus feligreses durante una confesión.Temas actuales, como los curas pederastas o la crisis económica, condicionan el comportamiento de unos seres que vuelcan su frustración y sus errores pasados con el protagonista y este es quizá, el punto más débil del guión, dado que se traduce en un exagerado fanatismo radical hasta casi representar el MAL absoluto.Pese a todo, el sacerdote, olvidando su terrible situación personal, nos transmite a través de su búsqueda por afirmarse en las razones de su fe, el concepto del perdón como virtud suprema.
No hay en toda la película, una secuencia que no emocione y esto hay que achacárselo a la austera dirección, a la formidable interpretación de Brendan Gleason y a unos diálogos secos, ajustados, en los que no sobra ni una palabra lo mismo que no sobra una imagen.

lunes, 9 de marzo de 2015

SELMA


VERDADES MOLESTAS

Vaya por delante: SELMA no es un documental aunque use planos extraídos de los noticiarios de la época. Se trata de la reconstrucción cinematográfica de la marcha que Martín L. King organizó en 1965 entre esa población y Montgomery, capital del estado de Alabama, para forzar al presidente Lyndon Johnson a aprobar la ley que obligaba a todos los estados a dejar votar a la gente de color. Y es una reconstrucción rigurosa y lúcida que por momentos parece adoptar la forma de una película de suspense o incluso de un western crepuscular en el que esta vez, los indios salen vencedores. Para ello, no ha sido necesario buscar un guión barroco o hacer alardes de cámara, sino simplemente, narrar la HISTORIA, (así con mayúsculas) con una encomiable austeridad y dejar que las imágenes produzcan su efecto.Estupendas y sobrias interpretaciones tanto de los actores conocidos (Wilkinson, Roth), como de los desconocidos y una banda sonora espléndida. Película que vale la pena ver, que se debe ver. Que así fueron las cosas y no deben olvidarse. 

domingo, 1 de marzo de 2015

KINGSMAN

MENOS ES MAS
Cuando uno recuerda "James Bond contra el Dr. No" viene a la memoria una película alegre, entretenida, con una considerable carga de erotismo, en la que acción y discurso estaban perfectamente equilibrados. Los siguientes episodios de la saga fueron perdiendo gradualmente aquellas virtudes. Ahora, "Kingsman, Agente secreto" pretende ser una parodia de aquellas, a las que hace constantes referencias, para lo cual ha contado con los mismos ingredientes, salvo el erotismo que brilla por su ausencia, y que resulta ser uno de los más fundamentales. Pero el problema no está ahí: lo que se ha perdido totalmente es el equilibrio, lo que hacía que las películas de Bond procuraran un entretenimiento seguro ( sobre todo las de Bond-Connery y algunas de las de Roger Moore y Pierce Brosnan). Ahora todo se nos da en demasía, hasta producirnos un hartazgo y, en definitiva, empacho, aburrimiento. Todo dura excesivamente, las peleas, los gags, los efectos especiales, los discursos. Al terminar Kingman, se nos pierde la parodia y uno piensa y desea que alguien con criterio se siente en una sala de montaje (diríamos con una moviola si todavía se rodara en celuloide), y proceda a aligerar la película, a podarla de todo lo que le sobra, a dejarla reducida a su esencia, a su prístina intención paródica  que, en sí misma, resulta encomiable. Y es que parece que el cine de hoy ha olvidado la máxima de Mies Van der Rohe y en lugar de menos es más, se siente obligado a "cuanto más y más largo, mejor". Creo que ya he hablado de esto. Las buenas intenciones no bastan, de  ellas está empedrado el camino del fracaso, aunque en este caso, la pretensión es tan leve, que carece de importancia.