domingo, 1 de octubre de 2017

BYE, BYE, GERMANY

QUEDARSE CORTO
A veces, estas películas pequeñas, de gente, al menos para mí, desconocida (en este caso el director Sam Gubarsky), deparan agradables sorpresas. En este caso, esa sorpresa se queda algo corta. Un guión demasiado plano, vacilante, que duda en que género debe encuadrarse la narración, oculta de algún modo el gran drama del genocidio judío en la Alemania nazi y solo pone un leve acento en el sentimiento de culpabilidad de los supervivientes por el hecho de haber sobrevivido, lo que les lleva a intentar aprovecharse de ese mismo sentimiento, esta vez el del pueblo alemán, por las atrocidades cometidas.
En el Francfort de 1946, esta amable comedia no sirve para ocultar la desgarradora tragedia que late alrededor de estos personajes. Parece quedarse en las triquiñuelas de unos simples timadores que buscan el modo de hacer dinero rápido para poder emigrar a los Estados Unidos. El relato en paralelo de acontecimientos pasados y sus actividades actuales, la ficción y la realidad, no acaban de encajar y la introducción de historietas amorosas, menos todavía.

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