domingo, 18 de marzo de 2018

LA MUERTE DE STALIN

CHISTE FÁCIL
Comedia negra, que se pretende negrísima, que además quiere ser una cruda sátira política sobre la muerte del dictador y la subsiguiente lucha por el poder de la Unión de Repúblicas Socialistas. Esa es la intención, pero a Armando Iannucci, co-guionista y director, se le va la mano y demuestra una total falta de inteligencia y finura para abordar la empresa. Los personajes históricos se convierten en burdas caricaturas que, ocasionalmente, hacen reír, pero no dan para mucho más, y los actores que los interpretan (el gran Steve Buscemi entre ellos), devienen en meros títeres de todo este esperpento de brocha gorda en el que los gags brillan por su ausencia, se decanta por el chiste facilón, desperdicia el humor inherente a determinadas situaciones  y apenas consigue suscitar interés.  


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